SERÉ FELIZ

SERÉ FELIZ
GILDA PICABEA
CURADURÍA JUAN JOSÉ CAMBRE
26 JUL. — 3 SEP. 2016

VISTA DE SALA

Ph. Ignacio Iasparra

obras

Painting, 2016

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
150 x 150 cm

S #2, 2016

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
39 x 39 cm

Still alive, 2016

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
27 x 81 cm

Sin título #5, 2016

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
110 x 90 cm

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Sin título #3, 2016

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
110 x 90 cm

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Un sueño, 2016

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
18 x 24 cm

No me dejes, 2016

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
100 x 190 cm

TEXTO

SERÉ FELIZ

“Si algo enseña el arte – en primer lugar al propio artista – es el carácter privado de la condición humana. El arte, la iniciativa privada más antigua, y más literal, despierta en el ser humano, consciente o inconscientemente, un sentido de unicidad, de individualidad, de separación que lo convierte, de animal social, en un yo independiente (…) Un salto hacia algo más elevado, salto hacia la independencia, hacia la intimidad.”1

Gilda Picabea en su bohardilla.

Tiene la muestra programada, varios cuadros terminados y otros en proceso… pero en conjunto el plan está
cerrado; ya pensó hasta cómo va a ser el montaje en la galería, y es impecable, como el color en sus cuadros.

“El señor Geiser sabe:

para subir a la cresta, a las dos de la madrugada, no se necesita farol, hasta tal punto es clara la noche sobre los glaciares, incluso cuando no hay luna; la roca tiene la palidez de los huesos; y como no hay sombras, desde cerca diría uno que es irreal, pero existente; al tocarla está helada y es durísima; no es una buena roca; de vez en cuando se rompe en pedazos cuando la mano busca un sitio de donde agarrarse; después, los trozos que caen resbalando hasta el fondo. Fuera de esto no se oye nada, a no ser el ruido que hace uno mismo; de vez en cuando el tintineo claro y preciso del pico que se bambolea y choca contra la roca; aparte de esto, silencio, como en la luna. Los perfiles dentados y las peñas en forma de torres, si uno mira hacia arriba, tienen un aspecto fantasmal por la noche; luego, más tarde, con las primeras luces del sol tienen un color amarillo, como si fueran de ámbar, mientras que el valle de Zermatt está todavía en sombras. . .”2

El color en los cuadros de Gilda contiene el trayecto de su obra, congelado.

“Hay que juntar las palabras como en una danza. En cierto modo el discurso de los contadores de fábulas es musical. El escritor también hace una performance. Y el espectáculo que produce es siempre más importante que el texto mismo”3

“Uso los recursos más elementales para plantear el dibujo, y nunca utilizo cinta para enmascarar las líneas o los límites entre planos, lo hago con un pincel finito y muy lentamente, es uno de los momentos que más disfruto de pintar (si es que se puede disfrutar pintar). Y luego, para completar el plano y con pinceles más anchos, siento una especie de libertad, incluso cuando debo lijar algún color porque no me convence una vez seco, para volver a pintarlo. Son dos momentos bien opuestos en la postura de mi cuerpo frente al cuadro. Y en el proceso hago todo lo posible para evitar los barnices finales de acabado que me parece terminan unificando los planos”.

Le propongo que incluyamos un pequeño cuadro anterior , que es un cuadrado partido por una diagonal descentrada que parte el plano en dos campos de color: arriba-izquierda rojo, abajo derecha naranja: Seré feliz (óleo sobre tela, 48 x 48 cm), Gilda acepta optimista… El título proviene de un cuadro de Fautrier, el magnífico informalista francés. En apariencia nada vincula a esa obra con la de nuestra artista. En lo real tiene su huella: aquello que evoca un origen en el instante mismo en que testimonia su desaparición*.

“La única reserva: la nostalgia que siento por una juventud donde el apresuramiento podía ser soberano, donde no parecía que la pasión fuera nunca digna de desconfianza. Estaba equivocado, pero por más que la inexperiencia me parezca penosa, la necesidad de la experiencia es la tara de la realización; si estuviéramos tan conmovidos por los balbuceos de la infancia, nunca nuestros pensamientos profundos tendrían la levedad que mide su profundidad.”4

Gilda sabe perfectamente cómo va a ser el cuadro, sin embargo cada obra es experimental: comparte la
magia de la poesía.

“En todas mis pinturas aparece lo mismo, la ausencia, la distancia, el apego y el desapego, el encuentro y el desencuentro; lo que separa los últimos trabajos de la etapa de las curvas es que las imágenes se volvieron más trágicas en algún sentido, y en parte la reducción de los recursos en la pintura dio pie para que sucediera, pero no sé qué llegó primero. Siento que con el paso del tiempo de alguna manera se vuelve a significar mi “impulso” de pintar, y que esto se traduce en mi pintura, o eso intento al menos; si hay algo que puede diferenciar a este grupo de lo anterior inmediato creo que es la repetición, no sólo de elementos, sino de imágenes (digo repetición, pero puede ser una limitación aún mayor que en los trabajos anteriores, la S por ejemplo, o las bandas de color). Quizás todo el proceso sea como ir hacia el centro de un espiral, donde el movimiento se percibe cada vez menos.”

“Y esa voz doble es tal porque corresponde a una mirada doble, la mirada que observa y la mirada que contempla a quien observa, el ojo de Apolo y el ojo de Pitón oculto en él, la ninfa que brota en lo invisible.”5

Finalmente creó una serie de nuevas telas, pequeñas. A mi modo de ver : una clave para la contemplación de su obra, una apertura al otro; así Gilda Picabea transmitiendo su deleite consigue la metamorfosis del receptor en emisor.

Juan José Cambre
Buenos Aires, julio 2016

1 Joseph Brodsky, La conferencia del premio nobel
2 Max Frisch, El hombre aparece en el Holoceno
3 Marcelo Cohen, Música prosaica
*Giorgio Agamben, La potencia del pensamiento
4 Georges Bataille, Carta a Yves Breton
5 Roberto Calasso, La locura que viene de las ninfas

ARTISTAS

Un Perfil Dibujado En El Espacio & Distante

UN PERFIL DIBUJADO EN EL ESPACIO & DISTANTE
GILDA PICABEA
19 NOV. 2019 — 21 FEB. 2020

VISTA DE SALA

Ph. Ignacio Iasparra

TEXTO

GILDA PICABEA EN LA ENCRUCIJADA DE LA PINTURA

Hay cuestiones que no desaparecen y que vuelven constantemente a ser asunto de la pintura. Una pervivencia de formas (ya lo intuyó acertadamente Aby Warburg a finales del siglo XIX pensando en los vínculos entre el arte de los Antiguos y el renacimiento italiano) se cuela una y otra vez entre los movimientos del pincel. Una persistencia, reiteración, resurrección de motivos y problemas que, en el caso de la exposición que nos convoca, Un perfil dibujado en el espacio de Gilda Picabea, dan cuerpo a la abstracción. Algunas de estas formas revividas trascienden al arte y se constituyen en legado visual de la humanidad: me refiero, por ejemplo, a las grillas, a la reiteración de elementos geométricos simples como círculos, cuadrados y cruces. Específicamente, en el caso de la pintura pensemos en las series como modo de organización reiterada de la superficie y de los conjuntos pictóricos. Respecto de la constitución misma de la imagen es la tensión entre una figura y el fondo la que vuelve para poner en jaque la planimetría del soporte y la lectura espacial. Sobre este asunto particular nos propone indagar Gilda en esta exposición.

Nuestra lectura de las imágenes tiende a organizarse en función del reconocimiento de una figura sobre un fondo; figura en el sentido de un elemento que se distingue como forma de la generalidad del fondo. Que se recorte una figura de un fondo implica que existe una relación espacial en la superficie: leemos un adelante y un atrás. Ampliamente estudiado por la psicología de la percepción distinguir figura y fondo es uno de nuestros mecanismos perceptivos que se activan de manera inconsciente al momento que nos enfrentamos a las imágenes y a la realidad que nos circunda. Esta cuestión que, evidentemente desborda lo artístico, fue un eje clave del debate y las investigaciones de nuestros artistas concretos.

Sin desarrollarlo de manera minuciosa me detendré brevemente en este punto para que se entienda de qué manera se inscribe la propuesta de Gilda en los debates de la abstracción argentina. La vanguardia de los años 40 –específicamente la Asociación Arte Concreto-Inveción intregrada por Edgar Bayley, Alfredo Hlito, Lidy Prati y Tomás Maldonado, entre otros- se centró en estudiar, en sus propuestas teóricas y en sus desarrollos plásticos, la autorreferencialidad de la pintura en tanto superficie bidimensional. Este grupo entendió que para obtener una estructura plástica no representativa era central abolir la lectura figura-fondo y cuestionar la estructura del soporte tradicional; de esta manera se producía la exaltación del plano bidimensional. El marco recortado fue, entonces, un dispositivo que pareció lograr abolir la lectura figura-fondo en una superficie bidimensional. La articulación de la pintura en función de sus propios requerimientos plásticos no solo quebraba el tradicional formato representativo, sino que también anulaba la relación entre figura y fondo. Quebrar la estructura ortogonal del marco y liberar las formas del marco convencional buscaba resolver esta humana estrategia cognoscitiva de interpretar las imágenes.

Sin embargo, con el correr de las investigaciones esta solución dejó de ser apropiada. El marco recortado llevaba a una exaltación del muro arquitectónico y no resolvía la percepción espacial dado que se generaba nuevamente la lectura figura-fondo: el marco recortado se convertía en figura y la pared funcionaba como fondo. Los artistas concretos volvieron, entonces, al estudio de la relación figura-fondo sobre una superficie. Evidentemente, las expectativas de los jóvenes artistas vanguardistas y las posibilidades y limitaciones de pintura en tanto medium se encontraban en extrema tensión. Años más tarde, Alfredo Hlito, a quien Gilda retoma en sus reflexiones sobre la pintura, señalaba con lucidez: “El requisito planista no podía ser llevado más allá de ciertos límites sin colocar a la pintura en una situación sin salida”. El mismo pintor nos dejaba también otra reflexión sobre los límites de la pintura (que podría extenderse a la experiencia de la vida): “Es increíble la cantidad de energía que ha derrochado a lo largo de la vida en oponerse a lo que es.”

En la obra de Gilda estos problemas regresan como voces fantasmales; estos debates resurgen y se aparecen en sus pinturas. La lectura figura-fondo es el asunto central en las obras que Gilda presenta en esta exposición. Filosa, evasiva, oblicua nos enfrentan precisamente a este problema: ¿es la superficie negra la figura? ¿es el plano blanco el fondo? ¿o es al revés? Ni lo uno ni lo otro. Son formas en tensión, en lucha por no constituirse ni en fondo ni en figura, por mantenerse ambas “adelante”, afirmando la superficie y negándole la posibilidad de abrirse a la lectura tridimensional. Estas pinturas vuelven a situarse en este delicado punto de la composición pictórica para nuevamente desafiarlo y proponer su resolución particular. Formas feroces hacen del lienzo un objeto astillado; aquí no están las irregularidades de contorno de los marcos recortados, es la ductilidad de la tela la que parece volverse una superficie rígida y quebrada.

Todo vuelve. Espíritus del pasado regresan a conversar con el presente. La artista, presta su cuerpo para la resurrección de estos debates. Su cuerpo funciona de médium, como el lugar que los espíritus encuentran para regresar y canalizar sus pendientes con la pintura. Una reverberación energética habita a nuestra artista y, a través de ella se reactualizan las investigaciones del plano en el acto de pintar. También nosotros, como público, estamos habitados emocionalmente por nuestros antecesores, por esos otros que miraron y prestaron su cuerpo a los diálogos de la pintura. Finalmente, entonces, frente al cuadro no estamos solos: nos convertimos en cuerpos magnéticos que miran a través de muchos ojos.

Marita García
Buenos Aires, octubre de 2019

obras

Filosa (I) , 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
126 x 168 cm

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Vagabunda, 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
140 x 145 cm

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Evasiva, 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
80 x 190 cm

Filosa, 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
126 x 168 cm

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Migratoria, 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
130 x 154 cm

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Oblicua, 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
98 x 185 cm

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TEXTO

LA PINTURA ES UN CUERPO QUE ACOMPAÑA

Obras pequeñas nos miran desde estas paredes, como una hilera de ojos. A diferencia de otros conjuntos en la obra de Gilda Picabea, que no suele trabajar en series, esta es una serie que explora un tema, un grupo unido por vínculos muy específicos.

El principio fue jugar con las relaciones entre figura y fondo, buscando que el efecto de percepción de lo que está adelante o atrás se lograra con lo mínimo. Con lo mínimo, Picabea hace un mundo. Para entender esto mejor, conviene recrear el momento en que nos encontramos frente a un pedazo de papel en blanco, o la pantalla de la computadora, o del teléfono. Frente a nosotros, la tarea de escribir, dibujar, o decir algo. Esta tarea, que también puede hacerse sin pensar demasiado, en verdad se compone de una larga línea de decisiones. La obra de Gilda le deja espacio a cada una de estas decisiones. Contra el aturdimiento, la conciencia. Contra el apuro, la lentitud.

La tela: lienzo imprimado, con poca textura, luego dos manos de óleo, y a partir de ahí varias capas de color, con lijados entre ellas. El color está hecho de una suma que no se ve a primera vista pero vibra en las superposiciones.

Líneas rectas, a pulso: ¡hay que verlas de cerca! Gilda se vale de la sola ayuda de una guía de madera, como las que usan los arquitectos, o usaban, para dibujar en el tablero -la famosa regla T- en grande, contra la pared. Luego un set de pinceles, del más fino al más ancho, todos primorosamente cuidados, sus cabelleras pulcras esperando en ramilletes sobre una mesita, en su taller, que es como deben haber sido algunos estudios que hemos visto en fotos, de los artistas modernos, en lo profundo de la modernidad en el arte, cuando el refinamiento máximo no había conocido aún la espectacularidad ni el consumismo. Por ejemplo, algunas artistas que Gilda mira y admira: Carmen Herrera, Loló Soldevilla, Zilia Sánchez, Lía Bermúdez, Alicia Penalba. O la literatura de Carson McCullers que, según dice, le mostró que la soledad permite ver mejor los detalles.

Sin duda esta es una pintura que nos pide paciencia, y un elegante vaivén entre distancia y cercanía. Mirarla de lejos, en conjunto, producirá seguramente una serie de sensaciones muy diferentes a verla de cerca y comprobar que cada plano está hecho de líneas y pinceladas que dejan un rastro de su propia factura casi invisible. Será una cosa ver estas obras en medio del gentío de la inauguración y otra en la soledad de un día cualquiera, en silencio, sin más compañía que estas imágenes que son eso, imágenes y no objetos, porque así lo ha querido la artista que las creó, en un diálogo intenso y sostenido con su propio hacer. Veremos entonces que funcionan como espejos, perfectamente bruñidos, pero también como lupas que hacen que todo sea más nítido. Al pasar un rato con ellas nos sentiremos acompañados y también, es muy probable, nuestra percepción saldrá de acá más limpia, más fina, más atenta. En este presente de sobreinformación, saturación de imágenes estridentes y estímulos exagerados, las obras con esa cualidad son un antídoto y estas prácticas artísticas pueden enseñarnos una forma de vida que necesitamos desesperadamente.

Leticia Obeid
Buenos Aires, octubre de 2019

obras

Distant (4), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
65 x 50 cm

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Distant (5), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
71 x 49 cm

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Distant (6), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
85 x 70 cm

Distant (7), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
90 x 70 cm

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Distant (8), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
80 x 40 cm

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Distant (9), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
70 x 45 cm

Distant (10), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
70 x 65 cm

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Distant (11), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
70 x 40 cm

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Distant (12), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
95 x 50 cm

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Distant (13), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
70 x 51 cm

Distant (14), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
65 x 51 cm

Distant (15), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
61 x 48,5 cm

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Distant (16), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
80 x 65 cm

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Distant (17), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
79 x 65 cm

Distant (18), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
60 x 50 cm

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Distant (19), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
60 x 50 cm

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Distant (20), 2019

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
60 x 50 cm

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ARTISTAS

LO FIRME EN EL CENTRO ENCUENTRA CORRESPONDENCIA

LO FIRME EN EL CENTRO ENCUENTRA CORRESPONDENCIA

Exhibición colectiva

17 ene. — 17 feb. 2017

VISTA DE SALA

Ph. Ignacio Iasparra

OBRAS

Bad cover version, 2012

Catalina Schliebener

13 novelas románticas dentro de caja acrílica, 13 fotografías sobre foam
Medidas Variables

Sin título (melancolía), 2016

Diego Figueroa

Acrílico sobre papel
50 x 38 cm

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Sin título (melancolía), 2016

Diego Figueroa

Acrílico sobre tela
96 x 76 cm

Sin título. Serie Agujeros negros, 2016

Elena Loson

Impresión giclée sobre papel de arroz
93 x 65 cm

No me dejes, 2016

Gilda Picabea

Óleo sobre tela
100 x 190 cm

Experiencia ajena 1, 2010-2013

Eugenia Calvo

Video
Duración 2´14´´
Edición 1 de 4 + 1 P.A.

Poweful lessons, 2016

Eugenia Calvo

Alfombra en estructura de hierro
2 x 40 x 400 cm

Dine, 2010-2018

Ivana Vollaro

Fotografía digital
30 x 21 cm
P.A. + Edición de 5

Klein, 2010-2018

Ivana Vollaro

Fotografía digital
30 x 21 cm
P.A. + Edición de 5

Morris, 2010-2018

Ivana Vollaro

Fotografía digital
30 x 21 cm
P.A. + Edición de 5

Atleta, 2012

Leila Tschopp

Acrílico sobre tela
150 x 150 cm

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Monocromo rojo, 2012

Leila Tschopp

Acrílico sobre tela
150 x 150 cm

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Pommard. Serie Notorious, 2016

Martín Sichetti

Lápiz y pastel sobre papel
58 x 47 cm

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Ingrid. Serie Notorious, 2016

Martín Sichetti

Lápiz y pastel sobre papel
48 x 38 cm

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Tacita. Serie Notorious, 2015

Martín Sichetti

Lápiz y pastel sobre papel
20 x 15 cm

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Unica. Serie Notorious, 2013

Martín Sichetti

Lápiz y pastel sobre papel
24 x 33 cm

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Pescada, 2016

Sofia Quirno

Acrílico, óleo collage sobre papel
107 x 85 cm

Sueño de gallo, 2016

Sofia Quirno

Acrílico y óleo sobre papel
103 x 78 cm

Sin título, 2005

Santiago García Sáenz

Óleo sobre tela
66 x 116 cm

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Sin título, 1996

Santiago García Sáenz

Óleo sobre tela
79 x 95 cm

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artistas