Copiado y prestado

COPIADO Y PRESTADO

exhibición colectiva

10 may. — 2 AGO. 2024

obras

Emin. Serie Colección Rijksakademie, 2008

Lucas Di Pascuale

Tinta sobre papel
32 x 25 cm

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Rectángulo negro sobre blanco (exhumación), 2021

Gilda Picabea

Óleo sobre tela.
90,2 x 90,2 cm

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Dorian Gray. Autorretrato. Serie Personæ, 2022

Martín Sichetti

Lápiz y pastel sobre papel
100 x 60 cm

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Huevo objetivo, 2023

Sofía Quirno

Plástico, madera, pasta de papel y marcador
30 x 10 x 10 cm

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Amarillo. Serie Bolsas de ficción, 2023

Lucía Reissig

Bolsa de malla, hilo plástico, marco de hierro, Impresión Giclée, resina epoxy, espuma de poliuretano,
semilla de ciruela, piel de cebolla
67 x 50 cm

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Una rosa, es una, 2010

Ivana Vollaro

Fotografía digital
28 x 49 cm

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Cazador guaraní. Serie Misiones, 2023

Florencia Böhtlingk

Óleo sobre tela
94 x 120 cm

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Bandera, 2016-2021

Diego Figueroa

Palo de madera, tapa y tacho de pintura de 20 litros, y látex sobre fragmento de chapa de fibrocemento
130 x 40 x 8 cm

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Aída Carballo, libro de estampas, p.34. Serie Trabajos prácticos, 2020

Leticia Obeid

Tinta sobre papel
29,7 x 21 cm

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Sin título. Serie La ilusión, 2017

Leila Tschopp

Acrílico sobre tela
35 x 50 cm

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La maza de Tony, 2015

Gabriel Baggio

Cerámica esmaltada con lustre de oro
20 x 10 cm

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Sin título, 2010

Dani Umpi

Lápiz sobre tela
60 x 50 cm

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Sin título. Serie Piedras, 2023

Elena Loson

Tinta grafito y azul de Prusia, grafito en polvo y goma laca sobre papel
106 x 78 cm

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Growing Sideways, 2016 – 2017

Catalina Schliebener.

Objeto encontrado y acrílico
25 x 25 x 25 cm

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TEXTO

Copiado y prestado en Hache galería presenta una selección de obras de 14 artistas que reflexionan críticamente sobre las dinámicas de copia, apropiación y citas en el arte contemporáneo. Esta exposición no solo exhibe la relevancia de estas prácticas en las artes visuales, sino que también las sitúa dentro de un marco más amplio de prácticas culturales y teóricas que cuestionan las nociones tradicionales de creación y autoría intelectual.

En la era de la información y la tecnología, donde la reproducción y la distribución de imágenes y textos son instantáneas y omnipresentes, la copia se transforma de un acto mecánico a una estrategia crítica que desafía las convenciones de autenticidad y originalidad. Lxs artistas en esta exhibición no solo replican o reutilizan elementos visuales, sino que los descontextualizan y recodifican, creando obras que son tanto reflexiones sobre la cultura contemporánea como nuevas creaciones en sí mismas.

La apropiación, por su parte, se convierte en un diálogo intertextual que atraviesa géneros y disciplinas, revelando la permeabilidad de las fronteras culturales y la interdependencia de las formas artísticas.

Al reconfigurar imágenes, textos y conceptos conocidos, las obras presentadas aquí invitan a lxs espectadorxs a reconsiderar qué significa ‘poseer’ una imagen o una idea, y cómo estas posesiones se negocian en el espacio público y cultural.

Finalmente, las citas artísticas en las obras seleccionadas funcionan como puentes entre diversas épocas y estéticas, facilitando un diálogo continuo entre el pasado y el presente. Esta práctica no solo enriquece la textura y la complejidad de las obras, sino que también subraya la continuidad y la evolución de las ideas artísticas a través del tiempo.

Copiado y prestado es una invitación a explorar cómo la copia, la apropiación y las citas constituyen herramientas esenciales para interrogar y comprender las prácticas artísticas contemporáneas. La exposición desafía a lxs visitantes a considerar estas operaciones como métodos críticos que reflejan y moldean la cultura visual en la que estamos inmersxs.

Artistas participantes:

Gabriel Baggio, Florencia Böhtlingk, Lucas Di Pascuale, Diego Figueroa, Elena Loson, Leticia Obeid, Gilda Picabea, Sofía Quirno, Lucía Reissig, Catalina Schliebener, Martín Sichetti, Leila Tschopp, Dani Umpi, Ivana Vollaro.

Durante la exposición, podrá accederse al acervo de obras de Santiago García Sáenz y al archivo de Foto Estudio Luisita.

artistas

LA VIDA

La vida

FLORENCIA BÖHTLINGK
curaduría Alejo Ponce de León

13 Mar. — 21 abr. 2018

VISTA DE SALA

Ph. Ignacio Iasparra

OBRAS

Colonia, restos de lemanjá. Serie Rio de la Plata, 2014

Florencia Böhtlingk

Óleo sobre tela
100 x 140 cm

Los Leite, 2017

Florencia Böhtlingk

Acuarela sobre papel
29 x 33 cm

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Visita Aníbal, 2015

Florencia Böhtlingk

Acrílico y óleo sobre tela
96 x 75 cm

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Galería, 2016

Florencia Böhtlingk

Acrílico y óleo sobre tela
110 x 98 cm

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Autorretrato, 2015

Florencia Böhtlingk

Pastel tiza sobre papel
63 x 48 cm

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Autorretrato, 2015

Florencia Böhtlingk

Técnica mixta sobre papel
63 x 48 cm

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Autorretrato, 2015

Florencia Böhtlingk

Óleo sobre tela
70 x 50 cm

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Autorretrato, 2018

Florencia Böhtlingk

Óleo sobre tela
51 x 35 cm

Aguaje El Durazno, 2017

Florencia Böhtlingk

Óleo sobre tela
123 x 100 cm

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Restos Umbanda en la orilla del rio, 2010

Florencia Böhtlingk

Óleo sobre tela
150 x 146 cm

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Ofrendita umbanda, 2012

Florencia Böhtlingk

Óleo sobre tela
80 x 70 cm

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En el paraná, 2012

Florencia Böhtlingk

Acrílico sobre tela
100 x 120 cm

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Primer autorretrato, 2011

Florencia Böhtlingk

Acrílico y óleo sobre tela
130 x 130 cm

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Las Islas, 2015

Florencia Böhtlingk

Acrílico y óleo sobre tela
180 x 230 cm

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TEXTO

Los cuadros y la acuarela que se ven montadas en este espacio trabajan para debatir bases ideológicas, por eso la obra de Böhtlingk atrae indistintamente a pintores de oficio y a algunos pocos intelectuales preocupados y responsables. Del ínfimo número de pinturas raras que podemos ver en Buenos Aires, podríamos decir que estas son las más raras.

Sabemos que Böhtlingk tiene el don de lenguas y que su pintura trafica signos que por lo general no asociaríamos con Buenos Aires, ni con una época puntual, ni formalmente con sus colegas. Pienso en las monjas visionarias, en las más pintorescas, como la abadesa de Cubas de la Sagra, Juana de la Cruz, que durante sus éxtasis hablaba latín, francés, árabe y vasco. El problema con referenciar momentos de delirio visionario en esta obra consiste en que no hay ruptura dramática de ningún orden. La muestra se llama La vida por eso, porque lo raro que tiene esta obra es precisamente su tendencia a volverse una continuidad mundana y total, de pasar como las horas. De ser hermosa o de una complejidad infinita, como una migraña que se parece a la niebla.

Todo lo que es, dentro del arreglo social que definimos como arte contemporáneo (y en particular bajo la seccional de la pintura contemporánea), simplemente no está en estos cuadros, no tiene nada que ver con esta pintura. Negarse a mirar hacia adentro del aparato del arte para hacer arte es una de las disposiciones esenciales que organizan estos trabajos, pero no su razón de ser. Cuando en algún momento incierto de crisis Böhtlingk empieza “a pintar la vida” en lugar de, digamos, pintar cuadros, tuerce el cuello para mirar hacia afuera, para acercarse a las cosas que tenía enfrente: un bote, la muselina del sol cubriendo el ocre líquido del río. Este antagonismo no podría definirse como un reflejo reactivo ni como un exilio: las varias formas que toma esta pintura son el producto de estarse enfrentando continuamente y de manera exclusiva a la propia imagen que genera. El vicio clásico del autorretrato, por ejemplo, la pone frente a sí misma, y a la pintura la pone frente a la pintura. La ventana de su casa la pone frente a las cotorras, y la pintura la pone de nuevo frente a las cotorras y frente a la pintura. Así con sus amigos, con los libros que lee, con los barcos que ve pasar, con sus vecinos, con la sangre de un chancho degollado en una construcción de monte.

No podría hablarse entonces de un trabajo de depuración progresiva con el objetivo definido de la perfección pictórica, sino más bien de una charla permanente con el mundo y con el mundo que esta misma pintura devuelve. Una discusión interna sobre cómo ver siempre las mismas cosas, sobre cómo ver desde la ventana del taller a las garzas manchando de blanco y paciencia el paisaje todos los días. En ese sentido, es una pintura que sale de la experiencia y por eso es producto, también, de interpretarse a sí misma como fenómeno. Lo que hace Böhtlingk, lo que vuelve raros a estos cuadros (y a la solitaria acuarela), es su inclinación a no aceptar ninguna idea de naturalidad. Ni el arte de su país, ni sus códigos formales, ni su época; ni las anatomías, ni la inclemencia de las formas, ni su propio rostro.

Esta pintura es una bóveda para la vida, para toda su sustancia ordinaria, molecular, inacabable. Böhtlingk consiguió, con una fe extrañísima y un talento aún más raro, que la misma función se aplique también en sentido inverso, que la vida sea una bóveda para su pintura.

Alejo Ponce de León

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