Diálogo entre Catalina Schliebener y John Chaich
John Chaich: El título de esta exposición hace referencia a un concepto desarrollado por la teórica queer Catherine Stockton Bond. En su libro, Growing Sideways, Or Queer Children in the Twentieth Century1, Bond compara la visión normativa de “crecer” (grow up) con el concepto de “crecer lateralmente” (growing sideways), que aplica a las personas queer. Dice: “El crecimiento lateral sugiere que la amplitud de la experiencia o las ideas de una persona, sus motivos o sus emociones, pueden corresponder a cualquier edad, estableciendo contactos laterales sorprendentes entre “adultos” y “niños”. Formalmente, hay un diseño lineal y adyacente en la instalación de los más de cien collages. ¿Cuán lateral es tu proceso en el taller? ¿Añadís el dibujo a lo largo de toda la línea a posteriori? ¿Qué aparece primero, el dibujo o el collage? ¿Alineás cada pieza para encontrar conexiones o las conexiones aparecen solas?
Catalina Schliebener: El proceso de trabajo se inicia mucho antes de empezar a componer los collages, buscando los materiales con los que voy a trabajar. Voy bastante a menudo a tiendas de segunda mano, pero también recolecto muchas cosas que encuentro en la calle, estoy todo el tiempo observando.
Trabajo como niñera en un barrio residencial de Brooklyn donde generalmente encuentro muchos libros infantiles en la calle; luego empiezo a recortar las guras que es tal vez la parte del proceso que más tiempo me lleva pero que disfruto mucho porque si bien es una operación muy mecánica me permite ir mirando las guras y empezar a tomar decisiones de edición. Durante los últimos años que he estado viviendo entre Buenos Aires y New York encontré un método particular de trabajo que se adaptó a mi condición de nómade: empecé a hacer collages sobre antiguos álbumes fotográficos vacíos (Serie Trip Diary, 2014-2016). Como no contaba con mucho espacio para trabajar el formato libro me vino muy bien, el ejercicio además es interesante; no puedo desprender ni una página por lo que de alguna manera el libro también es un collage continuo. Así surgió la serie de collages que componen Growing Sideways que realicé durante los últimos meses de 2016. Esta se compone de más de un centenar de piezas de papel que unidas forman un gran collage horizontal. El proceso de realización es como la escritura de un diario: realizo una pieza, luego la siguiente que se conecta con la anterior y así sucesivamente. Los pequeños trazos o dibujos vienen después y es de alguna manera el gesto que termina por unir las piezas. Generalmente vuelvo más tarde a las secciones anteriores y agrego nuevos fragmentos, por lo que la temporalidad en la que realizo cada collage no es lineal ni estrictamente sucesiva.
J.C: Hay una tensión marcada entre lo lineal y limpio de las piezas en su conjunto y lo orgánico y fluido del contenido visual de cada uno de los collages. Nos sentimos tentados de leer las piezas de izquierda a derecha, pero en realidad el espectador puede empezar o detenerse en cualquier lugar… Vos intencionalmente interrumpiste la línea en algunas secciones. Si bien no existe una narrativa tradicional en los trabajos, podemos reconocer un lenguaje o motivos a partir de la repetición de íconos como la cola de animales, moños de color rosa, flores y plantas. Creaste un lenguaje; un vocabulario. Contanos porqué elegiste esos íconos y cómo es jugar con ellos.
C.S: En mis collages en general, y en particular en esta serie, adopto métodos estrictos de trabajo; selecciono dos a tres tipos de libros, realizo los recortes y la extensión de la serie se va a supeditar al material con el que cuento. Pienso de antemano qué función van a cumplir los fragmentos de cada libro en la serie. En Growing Sideways, trabajé con tres tipos de libros: Dick and Jane2, cuentos y libros para colorear de Disney (en particular para esta serie trabajé con Cenicienta y Winnie the Pooh) y enciclopedias juveniles de las que extraje principalmente recortes de plantas, animales y organismos biológicos.
Cada familia de recortes cumple una función distinta en la serie de collages. Las guras que llevan la acción o con las que de alguna manera genero situaciones son los niños y niñas estereotipados de los libros de Dick and Jane. Los libros de cuentos y para colorear de Disney cumplen la función de elementos de unión entre cada pieza al igual que los fragmentos de plantas, animales y organismos. En relación a los fragmentos de libros para colorear, me interesa seleccionar elementos particulares que se repitan a lo largo de los papeles y que generen cierto ritmo en la lectura. Estos elementos no son ingenuos, selecciono lazos, fragmentos de la cola de Tigger o las orejas de Pooh porque estos cumplen una función simbólica y prostética en la composición, son fragmentos o prótesis que se acoplan al cuerpo de lxs niñxs y que me permiten generar un tercer cuerpo donde los límites de lo masculino-femenino, humano-animal, animal-vegetal se pierden, los cuerpos se transforman en máquinas complejas que generan alianzas entre sí para afectarse. Más que narración o historias románticas, en mis collages lo que vas a encontrar son pequeñas alianzas, complicidades, sociedades secretas o logias en donde los distintos cuerpos se afectan o usan mutuamente. Me interesa la idea de un cuerpo prostético, donde las partes que lo componen son de una naturaleza diversa.
J.C: En alguna oportunidad me contaste que para vos el collage crea un “tercer cuerpo” de partes diferentes provenientes de autores múltiples que se agrupan: el autor del material fuente, tu mano y tus elecciones, y también el espectador. También creo que tratás el collage como un medio, como puede ser la pintura o la tinta y me atrevo a argumentar que estás abordando el espacio de la galería como un collage. ¿Considerás al collage como un medio queer en sí mismo o más bien que el collage vuelve queer; produce un extrañamiento sobre los medios o materiales?
C.S: A diferencia de la pintura o la escultura, el collage aparece como una práctica menor, bastarda, no posee el mismo status ni peso histórico que estas, por lo tanto en este contexto podría ser considerada como una práctica radicalmente queer: el collage está más cerca de las manualidades que de las bellas artes, puede ser el hobby de una señora desocupada. Me interesa y me identi co mucho con esta condición.
Empecé a hacer collages desde muy chica; recortaba todo lo que pasaba delante de mis manos. A diferencia de otrxs niñxs no me gustaba mucho dibujar, me frustraba, nunca el resultado se parecía a la imagen que tenía en mi cabeza. Pero con el collage pasaba algo distinto, no funcionaba tener una idea pre concebida sino que la imagen aparecía en el juego de recortar y editar guras. Mi trabajo hoy en día no es muy distinto al de entonces, solo sistematicé y organicé algo que me gustaba mucho hacer. El collage es una práctica que demanda muchas horas de trabajo; trabajo mecánico e inútil si se quiere, pero en el que sin embargo encuentro cierta resistencia heroica, en el sentido de que son muchas horas invertidas en no producir nada nuevo, solo el recorte de algo que ya existe.
J.C: Bond en su libro escribe, “raspá a un niño, y encontrarás un queer”. En los libros infantiles (con sus imágenes de princesas y príncipes) y los libros de instrucciones (con reglas para niñas y para niños) explorás los géneros binarios. Bond argumenta que lxs niñxs son queer hasta que aceptan o se dan cuenta de que ellxs no son heterosexuales. Para muchos, el color rosa está asociado a lo femenino. Desde los acentos en los collages, hasta los objetos encontrados que has organizado en el espacio, hasta las paredes especí camente pintadas, sólo has añadido el color rosa como color de acento en esta exhibición. ¿El color es una opción de género para vos?
C.S: Me interesan las connotaciones que el color rosa comporta y las asociaciones que se hacen de este con lo femenino. Lo femenino es el índice menor en la cultura en la que vivimos y en ese sentido lo utilizo en esta instalación. Pero también me interesa apropiarme de este color para hacerlo trabajar en otro sentido, sacarlo del universo de lo femenino (pasivo, receptivo) y deliberadamente agregarle otras connotaciones.
J.C: Bond ha examinado la gura del perro como una metáfora del/la niñx queer. También te sentís atraída por personajes animales, como Tigger. En esta instalación, ¿por qué elegís este “animal” y por qué empezaste a deconstruir o recon gurar sus formas?
C.S: Me interesan los animales en oposición a lo humano. En mis collages los personajes hacen alianzas con animales para fugarse o escaparse de lo humano. La mayoría de los animales que aparecen en esta serie son sin embargo antropomór cos, son personajes de cción, animales parlantes, muñecos que han cobrado vida en la imaginación del Christopher Robin, el niñito afeminado de Winnie the Pooh.
El personaje de Christopher Robin elige animales como amigos, como camaradas, estos no tienen género. Tomo ciertos fragmentos de los personajes del libro y en mis collages estos se vuelven prótesis con las que mis personajes pueden armarse un cuerpo a medida. En mis collage todos los cuerpos son mutantes y están en constante transformación.
J.C: A través del collage y de la disposición de los objetos que fuiste encontrando, hay una cualidad aditiva en tu trabajo. Pero también hay un gesto reductivo. Tratás el espacio negativo como otro medio a lo largo de super cies y dimensiones, y jugás con el espacio negativo collageando con libros para colorear, cuyos diseños fueron pensados para ser rellenados con color por el lector. Además, estimulás el rol performativo del espacio negativo: el espectador debe moverse para examinar cada pieza, creando físicamente una interacción con el espectador y el espacio. Esto es íntimo y cautivante a la vez. Sos tan generosa con las oportunidades que le otorgás al espectador para personalizar el contenido y acercarse a tu trabajo…¿Es esencial o al menos divertido para vos derribar lo binario entre el artista y el público?
C.S: Si bien no pienso en un espectador especifico cuando trabajo, creo que necesariamente establezco relaciones de complicidad y códigos comunes con los potenciales espectadores. Mis trabajos están llenos de mensajes cifrados, no son para todos, me interesa apelar a cierta complicidad con el potencial espectador. Y así como yo hago mi parte del trabajo, me interesa que el espectador haga el suyo; observe, quiera leer. De esta manera se establece un pacto secreto donde los roles artista/espectador necesariamente se disuelven. Mi relación con el mundillo del arte es análoga a esta operación; no me interesan los artistas que sólo dialogan con otros artistas. No me interesan los contenidos generados por y para artistas, me aburren. Le exijo mucho al espectador porque me exijo mucho a mi misma cuando trabajo y naturalmente es muy probable que uno haga lo que hace para no sentirse tan sola.
________________________________________________________________________________________________
1 Bond, Kathryn Stockton. Growing Sideways, Or Queer Children in the Twentieth Century. Durham: Duke University Press, 2009.
2 Dick and Jane fue una serie muy popular de libros ilustrados orientados a la enseñanza de la lecto-escritura en Estados Unidos entre la década de los 30 y 70 ́. La serie de Dick and Jane fue muy criticada por su homogeneidad cultural y el foco en aspectos triviales de la lectura.