LA VIDA ERRANTE
leila tschopp
TEXTO NICOLÁS CUELLO
19 NOV. — MAR. 2025
VISTA DE SALA
Ph. Ignacio Iasparra
obras
Sin título. Serie Pintura inhumana, 2024
Leila Tschopp
Acrílico y arena sobre tela
23 x 32 cm
Sin título. Serie Pintura inhumana, 2024
Leila Tschopp
Acrílico y arena sobre tela
23 x 31 cm
Sin título. Serie Pintura inhumana, 2024
Leila Tschopp
Acrílico y arena sobre tela
24 x 28 cm
Sin título, 2022-2024
Leila Tschopp
Acrílico y silicio sobre pvc espumado y estructura de madera
30 x 38 x 16 cm
Sin título. Serie La casa de fuego/La casa en llamas, 2021
Leila Tschopp
Acrílico sobre tela
39,5 x 51,5 cm
Sin título. Serie La casa de fuego/La casa en llamas, 2021
Leila Tschopp
Acrílico sobre tela
39,5 x 49,9 cm
Sin título. Serie La casa de fuego/La casa en llamas, 2021
Leila Tschopp
Acrílico sobre tela
42,8 x 55 cm.
Sin título. Serie La casa de fuego/La casa en llamas, 2021
Leila Tschopp
Acrílico sobre tela
29,5 x 39,5 cm
Sin título. Serie Naufragio, 2020
Leila Tschopp
Acrílico sobre tela
40 x 40 cm
Sin título. Serie Prisiones, 2019
Leila Tschopp
Acrílico sobre papel
30 x 20 cm
Sin título. Serie Naufragio, 2019
Leila Tschopp
Acrílico sobre papel
20 x 30 cm
Sin título. Serie Naufragio, 2019
Leila Tschopp
Acrílico sobre papel
30 x 20 cm
Sin título. Serie Naufragio, 2019
Leila Tschopp
Acrílico sobre papel
30 x 20 cm
Sin título. Serie Naufragio, 2018
Leila Tschopp
Acrílico sobre tela
40 x 30 cm
Otelo con luz, 2016
Leila Tschopp
Acrílico sobre papel
25 x 20 cm
Escaleras con luz, 2016
Leila Tschopp
Acrílico sobre papel
25 x 20 cm
OBRAS EN TRASTIENDA
Sin título. Serie Pintura inhumana, 2024
Leila Tschopp
Acrílico y arena sobre tela
20,5 x 28 cm
Sin título. Serie Pintura inhumana, 2024
Leila Tschopp
Acrílico y arena sobre tela
20,5 x 28 cm
Sin título. Serie Pintura inhumana, 2024
Leila Tschopp
Acrílico y arena sobre tela
21 x 27 cm
Sin título. Serie Pintura inhumana, 2024
Leila Tschopp
Acrílico, arena y barro cocido sobre tela
20 x 28 cm
Sin título. Serie Naufragio, 2020
Leila Tschopp
Acrílico sobre tela
40 x 40 cm
Sin título. Serie La casa de fuego/La casa en llamas, 2021
Leila Tschopp
Acrílico sobre tela
29,5 x 39,5 cm
TEXTO
Errancia, pequeño archivo de atmósferas anímicas
Por Nicolás Cuello
La pregunta por lo pequeño en la obra de Leila Tschopp (Buenos Aires, 1978) no había sido abordada de manera contundente hasta este preciso momento. Es que, ya acostumbrados a su sostenida investigación sobre la espacialidad del poder, en la que presenciamos complejas instalaciones donde se articulan relaciones incómodas entre la corporalidad, sus movimientos y el lenguaje plástico, no habíamos contado con la oportunidad de conocer que gran parte de su obra como artista está, paradójicamente, estructurada alrededor, sobre y a partir de las posibilidades que brinda la pintura cuando se pronuncia en la humildad diminuta de sus formas.
Lejos de concebir este formato como una aparición meramente preliminar de aquellos problemas centrales en su práctica, La vida errante, su tercera exhibición individual en HACHE, nos permite acceder a un diagrama que conecta históricamente todas aquellas piezas donde lo pequeño se autonomiza, reconociendo la singularidad latente de su diferencia en el conjunto de su trayectoria. Una singularidad que se manifiesta en una extensa serie de piezas que incluyen la fragilidad de la pintura sobre papel, el modelado imperfecto del barro, la expresividad texturada del pigmento, junto a pinceladas porosas que abandonan momentáneamente el principio de control que explora en su reconocida planimetría. En ellas, el tamaño reducido de las superficies deja de ser interpretado como signo de inmadurez, para ser restituido como la expresión legítima de un cuerpo, una forma posible de existencia para la pintura que manifiesta, además, la originalidad de una imagen sin programa y la irregularidad de las formas una vez que son recibidas desorganizadamente por fuera de su condición de proyecto.
La continuidad que trazan estas pinturas y objetos entre sí en la extensión de su propia historia, señalan la importancia trascendental que tienen tanto la experimentación intuitiva y la emergencia de lo vulnerable, como la velocidad de la asociación y el comportamiento autónomo de los colores. Una serie de condiciones insospechadas en su trabajo como artista, desde los cuales Tschopp, vuelve posible una escucha atenta, una forma de manifestación mágica y el paciente reconocimiento de su principal disquisición poética: la producción de atmósferas anímicas. Un horizonte de trabajo e incidencia material sobre el cuerpo que, una vez revelado en la intimidad que comparte con las superficies estas piezas fuera de serie, ella misma decide expandir estratégicamente para intensificar su sentido de totalidad.
Es importante notar que esta constelación de pequeños gestos que componen la exhibición, al igual que sus proyectos de gran escala, nos ofrecen escenas donde el espectador es obstinadamente interpelado por la siempre conflictiva relación entre el cuerpo y las superficies, entre la materia y el entorno, como también, entre los espacios de convivencia y encierro. Un conjunto de relaciones que, a pesar de exhibirse bajo la gestualidad de una nueva apariencia, es decir, desde la legible humanidad de una serie de marcas que supuestamente comprueban una presencia antes negada de la artista, sostiene de igual manera su interes estructural por la promoción de interrogantes incómodos, sentimientos ásperos y formas de afectación invasivas que hacen de la ausencia, la sustracción y la asfixia, algunas de sus principales operaciones poéticas.
A su vez, si bien La vida errante afirma la presencia continua de este deseo de la artista por explorar las tensiones entre el cuerpo y la expresión material de los espacios que lo significan, como exhibición, construye un más allá, transforma la materia del tiempo en una arquitectura en la que puede ser posible investigar las economías de orientación y desorientación, tanto como las dinamicas de presencia y ausencia. Asi es cómo, las diferencias epocales, la multiplicidad técnica y las secuencias temáticas que atraviesan este relato discontinuo de su producción, abandonan la linealidad de la transparencia como ùnico mecanismo de lectura en torno a su sensibilidad, para, en su lugar, crear a partir de los huecos, de las repeticiones, como de la discontinuidad y el extrañamiento, un archivo complejo de los estados de ánimo que han atravesado su trabajo como artista,
Un archivo cuya particularidad es hacer de la errancia no un objeto amenazante, sino una lógica sensible que manifiesta a través de la valorización de lo pequeño una historia alternativa de sus procesos, una crónica enmudecida de su propia vulnerabilidad, donde la pintura hace un lado el deseo de control, y se permite correr el riesgo de su propia potencia. Un archivo personal que abraza la expresión aparente del desorden, para revelar en su organización sentimental, una estructura paralela, un modo sensible de tocar la propia historia que propone categorías silenciosas desde las cuales Leila Tschopp crea caminos invisibles que relacionan lineas, formas geométricas, colores y modos de espectrales de lo corpóreo, que narran irregularmente, la complejidad de sensaciones desde las que busca conmover la piel del mundo, esa interminable superficie donde se conecta, se separa y se siente todo lo vivo.