287.5 Kilos

lucía reissig
móvil
Curaduría Guadalupe Creche y Solana Molina Viamonte

28 oct. — 16 DIC. 2023

VISTA DE SALA

Ph. Ignacio Iasparra

obras

Mamushka de ollas, 2023

Lucía Reissig

Cartapesta, enduido, esmalte sintético y metal
90 x 70 x 55 cm

Roscas, 2023

Lucía Reissig

Cartapesta, papel maché y pintura acrílica
255 x 40 cm

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Flor de morcilla, 2023

Lucía Reissig

Espuma de poliuretano rígido, alambre y pintura sintética
600 x 15 x 15 cm

Contenedores, 2023

Lucía Reissig

Cemento de papel, ferrite y adhitivo-ligante
160 x 400 x 300 cm

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Sin título, 2023

Lucía Reissig

Espuma de poliuretano flexible y red tubular
100 x 25 x 25 cm

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Bolsas y amarre, 2023

Lucía Reissig

Bolsas plásticas, papel. 90 x 50 x 50 cm

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Embutidos, 2023

Lucía Reissig

Cemento de papel, red tubular, ganchos de carnicería, estructura de metal
250 x 520 x 40 cm

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Violeta, 2023

Lucía Reissig

Cartapesta y papel maché
120 x 30 x 30 cm

Sin título, 2023

Lucía Reissig

Resina epoxi, cemento de papel y maples
Medidas variables

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TEXTO

287,5 kilos surge de un archivo digital fotográf ico de distintos mercados de distribución de frutas, verduras y productos regionales en Argentina y Guatemala.

Las imágenes, recopiladas por Lucía, componen un álbum visual que revela patrones de organización y geometrías vinculadas a la venta y exhibición de alimentos.

Representaciones piramidales y verticales de apilamientos, elementos colgados de ganchos, sujetados con sogas o dentro de redes son algunos de los patrones de orden que encontramos en las economías informales en puestos de mercado y cuyas resoluciones Lucía recoge.

287,5 kilos es el peso de los insumos que han sido utilizados para la realización del conjunto de esculturas y objetos que conforman esta muestra.

Con la cocina como el espacio donde se preparan los alimentos, y el taller como laboratorio en el que se realizan las mezclas para las esculturas (en este caso Móvil), la obra establece conexiones entre fórmulas numéricas y preparación de recetas: medir, pesar, mezclar, sacar cuentas, forman parte de esta práctica de reunir saber y sabor, tiempo, dedicación y cuidado.

Así también con el mercado como dispositivo y espacio de socialización en torno a la alimentación, hay una búsqueda de abrir paso a conversaciones sobre política alimentaria, economía informal y saberes, desde una perspectiva feminista.
Entre las piezas, una mamushka de ollas de papel nuclea un espacio de reunión y nutrición, como un caldero de bruja o una olla popular.

Mandiocas, papas embolsadas, embutidos de papel cuelgan serpenteantes o en redes. Los tamales de distintos tamaños, comida cuidadosamente envuelta, se inspiran en una receta guatemalteca de su madre, evocando conocimientos que se transmiten entre generaciones y regiones, en este caso basado en una receta ancestral.
Recipientes, cuencos, roscas se elevan sobre el piso formando sinuosas columnas de reminiscencias brancusianas.

En un cuaderno de notas Virginia Woolf escribe una lista de palabras bajo el encabezado “Glosario”, en la que redef ine el concepto de “héroe” como “botella”. Esta torsión del lenguaje, esta pirueta estratégica para poder contar un relato diferente es la que recoge Ursula K. Le Guin en su libro “La teoría de la bolsa de ficción” en la que abre y expande el concepto de botella a cualquier recipiente, contenedor o bolsa por ser éstos posiblemente los primeros artefactos culturales. Recipientes y contenedores son los que transportan, cargan y recolectan “las cosas de la vida”.

— Guadalupe Creche

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