EL CUERPO ES AVANT GARDE
SOFÍA QUIRNO
CURADURÍA LAURA HAKEL
23 MAR. 2023 — 30 JUN. 2023
VISTA DE SALA
Ph. Ignacio Iasparra
OBRAS
Quizás no nos volvamos del todo indiferentes, 2023
Sofía Quirno
Óleo y collage sobre lino
206 x 176 cm
Alta-voz, 2022
Sofía Quirno
Cartapesta, pasta de papel, oleo sobre papel y stand de metal
100 x 50 x 50 cm
Gallineta #1, 2023
Sofía Quirno
Cartapesta, pasta de papel, metal forjado y cemento
130 x 20 x 7 cm
Gallineta #2, 2023
Sofía Quirno
Cartapesta, pasta de papel, metal forjado y cemento
130 x 20 x 7 cm
Gallineta #3, 2023
Sofía Quirno
Cartapesta, pasta de papel, metal forjado y cemento
130 x 20 x 7 cm
Clueca, 2023
Sofía Quirno
Cartapesta, pasta de papel, metal forjado y cemento
130 x 20 x 15 cm
OH, 2022
Sofía Quirno
Acrílico óleo sobre papel
76 x 58 cm
Escondida, 2022
Sofía Quirno
Óleo sobre papel
76 x 58 cm
Al pan pan, 2023
Sofía Quirno
Cerámica, madera y pasta de papel
45 x 10 x 10 cm
Corchete, 2023
Sofía Quirno
Cartón, madera y pasta de papel
45 x 15 x 17 cm
Huevo objetivo, 2023
Sofía Quirno
Plástico, madera, pasta de papel y marcador
30 x 10 x 10 cm
vista de trastienda
Ph. Ignacio Iasparra
OBRAS trastienda
Espera, 2018
Sofía Quirno
Acrílico, tinta y óleo sobre papel
106 x 76 cm.
Rueda, 2022
Sofía Quirno
Acrílico y tinta sobre papel
76 x 58 cm
Garza. Serie Bye black bird, 2022
Sofía Quirno
Dispositivo de metal, pasta de papel, óleo, rama de árbol y linóleo
110 x 30 x 20 cm
TEXTO
El huevo y la gallina
por Laura Hakel
“Yo siempre pienso que mi cuerpo es Avant Garde” me dijo un día Sofia Quirno en su taller en Nueva York, mientras pasaba las hojas de sus cuadernos con dibujos y collages realizados hace más de doce años. En ellos aparecían huevos haciendo equilibrio, parados en pedestales y coreografiados formando líneas sinuosas que parecían no tener una dirección resuelta. La pregunta que resonaba en la conversación era, ¿cómo se programa y cómo se reprograma la imaginación del cuerpo en relación a su capacidad de gestar?
A veces es necesario rebobinar para hacer una auditoría de las obsesiones propias, heredadas e impuestas que el cuerpo metaboliza en el proceso de su actualización. Hace dos años, Sofía Quirno comenzó a revisar cuadernos. Sacó hojas, cortó partes y rompió pinturas para volver a unirlas y crear los bocetos de las obras que se presentan hoy en la galería Hache. En El cuerpo es Avant Garde hay gallinas, relojes, metrónomos, tajos y formas ovoides que crean una constelación de ideas vinculadas a los ciclos del cuerpo.
La obra de Quirno tiene una lógica fragmentaria. Trabaja sustrayendo de su día a día frases e imágenes que quedan resonando en su cabeza y en su mirada. Por ejemplo, expresiones en inglés o en español que escucha caminando por la calle, mirando la tele o escuchando la radio. También incorpora espacios que observa mientras va a trabajar, suma referencias a otros artistas, e incluye objetos encontrados en sueños o producidos por su imaginación. Todos estos fragmentos van a parar a sus cuadernos para crear imágenes enigmáticas, algo irreales, como si fueran un cadáver exquisito de lo que el cuerpo y la percepción va filtrando durante el día.
La pintura Hay que andar liviana en este mundo, o no (2023) superpone dos obras anteriores dándole forma a un cuerpo oval absorbido dentro de un paisaje lunar. En Retrato hablado (2023), un elemento semejante a una cacerola aparece rebosante de huevos pintados en una paleta de colores fríos. Quizás no nos volvamos del todo indiferentes (2023), presenta una construcción parecida a un gallinero con ventanas ciegas y graffitis románticos del tipo “tu y yo”, en una mitad de la tela, y un espacio inteligible en la otra. La convivencia de dualidades, las interrupciones y las composiciones inestables en las pinturas de Quirno evocan promesas, incomodidades, libertades y frustraciones en torno a cómo se moldean la subjetividad, la imaginación y las expectativas sobre el tiempo reproductivo del cuerpo.
Su práctica de taller acopla distintas materialidades que terminan componiendo instalaciones inmersivas donde los elementos en el espacio hacen ecos unos de otros.
Las pinturas de gran formato se encuentran montadas sobre bastidores que, como repisas, sostienen fragmentos pequeños de otras pinturas y esculturas. Reunidas en la sala junto a objetos y animaciones, plantean tensiones entre espacios macro y micro, señalan relaciones vinculadas a lo móvil, lo dinámico y lo congelado, y proponen paradojas entre lo que se sostiene solo y lo que es sostenido.
En plena vanguardia surrealista, Francis Picabia equiparaba el cuerpo a la máquina y planteaba ironías sobre el automatismo productivo de la modernidad. En el caso de Sofía Quirno, El cuerpo es Avant Garde contiene la idea de que el cuerpo va por delante en el saber de la razón. La muestra es una invitación a mirar cómo el flujo de los procesos vitales negocian con la mente, con los espacios que habitamos y con las imágenes.
A esta hora Sofía debe estar subiéndose al avión rumbo a Buenos Aires cargada con sus obras dispersas en su equipaje. “Todo lo que hago se puede doblar, transportar o guardar. Mi obra se tiene que poder enrollar, como una carpa que me acompaña.” La pintura de Sofía Quirno es su casa. En sus tiempos, afirmaciones y contradicciones, se habitan mutuamente.