QUERIDO MARGEN

LUCAS DI PASCUALE

1 oct. — 9 nov. 2019

VISTA DE SALA

Ph. Ignacio Iasparra

OBRAS

Azul. Serie Querido margen Azul, 2019

Lucas Di Pascuale

Óleo y birome sobre papel
150 x 100 cm

Rojo. Serie Querido margen Rojo, 2019

Lucas Di Pascuale

Óleo, lápiz y birome sobre papel
150 x 100 cm

Verde. Serie Querido margen Verde, 2019

Lucas Di Pascuale

Óleo, lápiz y birome sobre papel
150 x 100 cm

Negro. Serie Querido margen Negro, 2018

Lucas Di Pascuale

Tinta, lápiz y birome sobre papel
150 x 100 cm

No matar. Serie Querido margen Libros, 2019

Lucas Di Pascuale

Tinta, lápiz y birome sobre papel
150 x 100 cm

Los pichiciegos. Serie Querido margen Libros, 2019

Lucas Di Pascuale

Lápiz y birome sobre papel
100 x 74 cm

Consultar

Ariel. Serie Querido margen Libros, 2018

Lucas Di Pascuale

Lápiz y birome sobre papel
50 x 37 cm

El nervio óptico. Serie Querido margen Libros, 2018

Lucas Di Pascuale

Lápiz y birome sobre papel
50 x 37 cm

El placer del texto. Serie Querido margen Libros, 2018

Lucas Di Pascuale

Lápiz y birome sobre papel
50 x 37 cm

Consultar

La música, Es todo. Serie Querido margen Libros, 2018

Lucas Di Pascuale

Lápiz y birome sobre papel
50 x 37 cm

Consultar

La revolución es un sueño eterno. Serie Querido margen Libros, 2018

Lucas Di Pascuale

Lápiz y birome sobre papel
50 x 37 cm

Consultar

Pinar. Serie Querido margen Azul, 2017

Lucas Di Pascuale

Birome sobre papel
13,8 x 9,8 cm

Consultar

Escritura II. Serie Querido margen Marrón, 2019

Lucas Di Pascuale

Óleo sobre papel
37,5 x 25 cm

Consultar

Uno dos, dos dos. Serie Querido margen Marrón, 2019

Lucas Di Pascuale

Óleo y marcador sobre papel
37,5 x 21 cm

Consultar

Escaleras. Serie Querido margen Rojo, 2019

Lucas Di Pascuale

Óleo sobre papel
49 x 37 cm

Consultar

Jarra. Serie Querido margen Verde, 2019

Lucas Di Pascuale

Óleo sobre papel
50 x 36 cm

Consultar

Nota. Serie Querido margen Negro, 2018

Lucas Di Pascuale

Lápiz y birome sobre papel
15 x 10 cm

Consultar

TEXTO

Querido margen

Dibujos, grafismos y mensajes. El texto dibujado, el texto desbordado.

Doy vueltas al cómo decir, con la intención de acompañar. De acompañar al amigo en su aventura, al artista en su riesgo, al autor en su viaje al mundo de atrás de las cortinas y más allá del espejo, también.

El dibujo es aquí una práctica repleta de impulsos y secuencias, secretos y ademanes, todos con su urgencia por manifestarse.

Se abrió una puerta y aparece un dibujo que no puede despegarse ya del gesto y del acto de dibujar. Ahora, volcados hacia la enunciación exigente de pensamientos y emociones, reacios a cualquier demora.

Hay mucha pasión en juego, y florece con impudor el deseo de mostrar y mostrarse en la emergencia primera, con toda la confusión que lo acompaña.

Vislumbramos recuerdos e intuiciones, que se suman, contradicen, acoplan y se expanden inacabadamente en estas instancias de un discurso que se arropa en su enorme vitalidad.

¿Pulso de la precariedad de los sentimientos?

Dibujos que parodian ilustraciones, dibujos que rastrean formas y texturas.
Dibujos que arriesgan gestos que exploran sus posibilidades, dibujos que hacen nido y se suman a la espesura.

Dibujos que recuerdan y apelan a textos leídos y releídos, autores amados, lecturas recurrentes o inolvidables. Autores trágicos o alegres, que siempre conmocionan.

Pero aquí, en el recorte de sus palabras, aparecen jirones de frases y pensamientos, que fueron convertidos por la alquimia del dibujo en otro modo de vocear imágenes.

Una convivencia indespegable, textos que se evidencian como figuras, imágenes que atesoran esos textos en un mismo collar de sentidos herméticos, en el común viaje hacia profundidades que se vuelven superficie. Que nos reenvian hacia relatos hechos música, hacia universos poblados como megalópolis de fantasmas y ensoñaciones, de vigilias y adormecimientos.

Relax y descanso de tantos conocimientos adquiridos. Memoria que deja fluir una conciencia que evalúa su insensatez, y se humaniza.

Todo esto tiene algo de la visión desde la ventanilla del tren, de un tren de alta velocidad. Todo lo que está allí es real, pero se escurre, se escapa, se sucede como se suceden los actos de comprensión, que, cuando cierran en claridad, ya el objeto se ha corrido de lugar.

El desconcierto da lugar a la angustia, pero también a la curiosidad.

Se diría que el autor afronta la angustia, pero no deja de cautivarse por la curiosidad. El mundo se le escapa, pero las imágenes y las palabras se aferran al dibujo.

Todo texto es tejido innumerable, tejido inacabado, tiempo reconstituido, tiempo insondable pero presente. No hay principio ni fin, cada imagen es también un recomienzo, un principio ordenador y pasajero. También, un vértice en ningún lugar.

Es la pasión por el hacer, el idilio con el testimonio, el afán por estar y permanecer. El placer de vislumbrar una identidad en medio del torbellino. El lugar del vigía, del autor del código, del que aguarda el saber.

Los colores: aquí el dibujo se ancla en la pintura, se borran entonces frecuentes distinciones; pero, claro está, lo que se dibuja en color, lo que llena la superficie de color va logrando que la temperatura de las imágenes aumente, que el vértigo se acelere, porque el dibujo deja de ser ya aquel corte incisivo de la punta del lápiz que indagaba en la mímesis.

Cuando Lucas despliega sus delicados papeles de molde, literalmente los despliega, pues vienen con frecuencia plegados, tal vez en dos o varios pliegues. Abre una caja impredecible, rompe algún sello mágico y aflora el universo multicolor de los infinitos episodios atesorados entre esos sutiles pliegues, derramados en los momentos de soledad y pulsión narrativa.

Da temor hablar de la magia del dibujo, entonces prometemos no decirlo y guardamos silencio, sabiendo bien que tal cosa sin lugar a dudas existe.
Y aquí se hizo presente.

Tulio de Sagastizábal, agosto de 2019.

ARTISTA