Tocar el velo
leticia obeid
Curaduría marcos krämer
01 nov. 2022 — . 2023
Ph. Ignacio Iasparra
TEXTO
Tocar el velo
un rápido murmullo, un vago respirar de secretas imágenes
apagados de pronto bajo el velo
con que la soledad defiende sus comarcas
Olga Orozco
Hace unos meses atrás, en plena etapa preparatoria de la exhibición, Leticia hizo un dibujo sobre un papel para mostrarme el modo en que sentía que se interrelacionaban las obras producidas en estos últimos dos años. Fuera del centro de la hoja blanca trazó cinco líneas diagonales negras que coincidían en un punto central formando algo parecido a una estrella. Pero lo que yo vi ahí fue la imagen cenital de un cruce de caminos que se tocaban sutilmente. Tocar el velo se concentra en dos aspectos que anidan en la gramática entera de la obra de Leticia Obeid y las subraya. Dos líneas como renglones hermosamente irregulares e imperfectamente paralelos que recorren de lado a lado su obra y que aparecen con mayor o menor frecuencia durante más de veinte años de trabajo. Me refiero al contacto y a la superposición.
Superponer es lo que Leticia ha venido haciendo casi desde el inicio de su carrera como artista visual. Pero más allá de las superposiciones evidentes, en proyectos como “Fantasma” y “Dobles” o en piezas como “Vení”, aquel ansia de superposición se vislumbra en su amor por el video como disciplina. Porque ¿qué otra cosa es un video que una conjunción de estimulaciones superpuestas? En esta exposición, sin embargo, la ausencia inesperada de una pieza audiovisual está presente por el desglose de sus elementos: escritura por un lado, audio por el otro, imagen muda en movimiento, imagen fija. Tocar el velo es, en primera instancia, un despiece del lenguaje del video, una evidencia de que filmar es superponer capas de estimulación sensible.
A pesar de lo que puede pensarse, la obra visual de Leticia de los últimos años no se concentra en el lenguaje y sus rincones. Se nutre más de lo que rodea a la escritura y a la lectura, desde su materialidad hasta sus motivaciones, que de sus derivas epistemológicas, de la reflexión sobre sus dimensiones abstractas, gráficas y formales. Tiendo a pensar su obra como una indagación de los “momentos de escritura”, esa secuencia temporal donde se entrelazan objetos, prácticas y circunstancias contextuales de lo escrito, como dice Philippe Artieres. Porque la escritura (y la lectura) en la obra de Leticia, son actos performáticos; y sus dibujos, videos e investigaciones son registros de esos actos únicos e irrepetibles.
Tocar el velo se detiene en esos momentos de escritura. Hace cuerpo la grafomanía desbocada de escribir sobre un papel traslúcido del tamaño de una persona, presenta la desnudez de la voz en su literatura volátil, crea un doble de la letra de lxs otrxs recorriendo con la lapicera o con la mano el mismo camino por donde pasaron otrxs escritorxs. Por eso se presentan acá distintos grupos de obras que ensayan y refuerzan la idea de que, cuando se hacen imagen, la escritura y la lectura se expanden más allá de la imaginación que vehiculizan, y comparten su protagonismo con lo que las rodea: papeles, tintas, manos, voces, siempre en superposición y por contacto. Porque si hay algo recurrente en la obra de Obeid no es tan solo la escritura o la lectura como acciones sino también aquello que la rodea, literalmente, sus objetos palpables y las manos de ella que los toman, agentes fundamentales en lo aledaño de las hojas. Pero también porque la escritura y la lectura son formas de ordenar las sensaciones, transformarlas en ideas y en imágenes ciegas, es cierto, pero también son, fundamentalmente, prácticas para acercarnos a tientas, de casi tocar a lxs otrxs con las manos. Y eso hace la obra de Leticia Obeid.
Para algunas de las obras que se presentan aquí, la artista se apropió del papel vegetal y lo transformó en un velo sutil para poder poner su cuerpo encima de lo que la atrae, como una zurcidora con la espalda curva sobre las telas. Usó la pantalla de la computadora como caja de luz y eligió calcar distintos textos manuscritos encontrados en internet o notas originales de un texto de Cesar Aira. De los originales, archivados en bibliotecas o rescatados de cajones amigos, hasta los papeles que vemos en la exhibición hay una superposición manual de materiales y tiempos diversos que atravesaron regiones, barrios y filtros digitales. Es que esta es, en definitiva, una exhibición de acercamientos. En las piezas grandes que abren la exposición, por ejemplo, se acercan anotaciones manuscritas de escritorxs de tiempos distintos cargadas de un carácter íntimo, como cartas, diarios y borradores, que llevan en sí mismas el arrebato sentimental de su cualidad no-literaria; y se entremezclan con fragmentos de viejos diarios íntimos y anotaciones de la propia artista. A través del velo del papel Leticia acerca intimidades que nunca hubieran podido conocerse. Por primera vez arma una constelación de escrituras y acerca la luz de su propia estrella a la de autorxs que admira y con quienes se siente hermanada. Y ahí radica parte de la novedad de estas piezas: una comunidad imaginada, un coro irregular de voces, construido gracias al velo que anula las distancias temporales y físicas entre ellxs. Una familia deseada haciéndose visible en la materialidad de la escritura: de frente como en cualquier pared, pero de un modo frágil y a merced del viento.
En Tocar el velo superponer no es solamente un procedimiento técnico sino una forma de subrayar algo del romance que Obeid establece con la palabra escrita y con el lenguaje. Superponer a través del velo es una forma de darle una imagen hermosamente sincera a las dificultades intrínsecas y no del todo transparentes de la comunicación, pero también es una certeza de que por contacto se abren las intimidades. Así el carácter bifronte, y hasta cruel, de cualquier acercamiento, ya sea personal o entre objetos de tiempos distintos. Es ahí cuando se hace más visible el calco como metodología, la acción de superponer dos o más superficies e intentar guardar bajo la mano las escrituras que se aman a la distancia. Para Leticia superponer es acercar gentilmente, es encontrar la zona de contacto entre distintos elementos distanciados en el tiempo o en el espacio para verlos en simultáneo cuando aparece su doble. Las obras de esta exhibición no construyen un velo para negarnos la vista ni lo corren queriendo revelar lo oculto con soberbia. En el acto de superponer Leticia palpa los velos que existen entre las letras y nosotrxs, entre los sonidos y nosotrxs, entre las imágenes y nosotrxs para hacerlo transparente, y de ese modo acerca tiempos, materias y soledades sin obturar sus autonomías.
Aquella distancia es la que se busca apaciguar en las fotos de sus manos posadas sobre la pantalla. Parece estar leyendo con la mano la imagen detenida, como si para ella mirar fuera tocar. En estas fotos Obeid está probando la cercanía entre su cuerpo y las imágenes, intentando achicar esa distancia, con la misma herramienta con la que se escribe, la mano. Una mano suave, apenas reposada sobre el still, intentando calmar la torsión de la mano que se mira y que se dispone siempre en posiciones complejas, casi antinaturales. El gesto de la artista es un gesto que apacigua aquella tensión de la escritura manuscrita, un gesto que parece pausar la imagen en movimiento para sentir su temperatura imposible y acariciar la tensión física del acto de la escritura. La superposición literal entre el cuerpo y la pantalla, en estas fotos, es la búsqueda del sosiego, una forma dulce de sentir el velo, esta vez invisible, que los separa. Pero también estas fotos son un residuo visual del acto de compartir algo que se quiere, como cuando enviamos fotos de fragmentos literarios que nos gustan: ahí aparece siempre nuestra mano acompañando involuntariamente a la página, viajando con el texto hasta el celular de la otra persona. Una mano es la certeza del acercamiento íntimo como objetivo velado. Pero además de las manos, la obra de Leticia tiene otra aparición recurrente y protagonista: la voz.
Si leer es “escuchar a los muertos con los ojos” (como dijo Chartier que escribió Quevedo), en las piezas sonoras que se presentan en esta exhibición Obeid no solamente está tomando a la escritura por su lado más ciego, el del sonido que genera la voz cuando lee, con sus inflexiones, acentos y erratas, como si fueran manuscritos invisibles donde se perciben los titubeos. En estas piezas la artista abandona la visualidad de su obra y descubre la desnudez oral de los textos escritos. La oralidad escribe en el aire y la voz zurce la ajenidad de lo leído con la intimidad del cuerpo vocal. Esa intimidad se hace presente gracias a la calidez natural de la voz y sus “imperfecciones”, como obra y gracia del aliento vibratorio que exhala el interior de un cuerpo, ese fantasma perecedero de lxs otrxs o, como escribió Alejandra Pizarnik, ese aire tatuado por un ausente. Pero la pátina de intimidad que Obeid les imprime a estas piezas sonoras también es producto de la presencia inesperada del sonido de la lluvia, de unas pisadas sobre el ripio, del fuego de un hogar, de la aparición de otras cartografías tonales como las de la radio de un pueblo de provincia, por ejemplo. Reforzando la metodología de la superposición, Leticia incorpora distintas capas de sonidos y así recupera los momentos de lectura: construye un “aquí y ahora” formado por las imágenes brumosas que los sonidos pueden generar en todos nuestros sentidos. Lejos del anacronismo, en estas piezas Leticia recoge el guante de una contemporaneidad donde la cultura oral parece haberse tomado revancha de la cultura escrita, y cuyos síntomas están en lo que buscamos con desesperación en los audios de Whatsapp o en la escucha atenta y famélica de podcasts. Hay una urgencia creciente por la calidez de la voz, una necesidad de ella ahora, es cierto, pero en verdad nada menos contemporáneo que esto. Ya Walter Benjamin, atendiendo a la potencialidad de la radio, comprendió que aquel medio moderno creaba gente sonoramente sintonizada que “recibe a la voz como a un invitado”. Porque escuchar es amar el aire que conduce los sonidos. Y escuchar a otrx es permitir que su voz nos toque y haga vibrar las distintas superficies de nuestro cuerpo.
En los últimos años vengo registrando un sinnúmero de apariciones impetuosas de la escritura en la obra de distintxs artistas. Su presencia parece tener la voluntad de querer comunicar un mundo propio, personalísimo, que nos alcance. Pero terminan siendo raptos desesperados que sólo tienen de íntimo el contenido de lo escrito. Hace años que siento, y después pienso, que la obra de Leticia está más cerca de lo precario y del despojo que muchas de las obras que se jactan de tales. En el aparentemente pequeño margen de sus reflexiones sobre la escritura y la lectura como actos visuales (y ahora también sonoros), Leticia no acude a más materiales que una hoja y un papel casi incoloros, a una cámara pequeña que acompaña la punta de una lapicera corriente, no acude más que a sus manos durante el correr de las páginas, no acude más que a su voz o a un par de sonidos dispersos. La obra de Leticia es hermosa, tierna e íntima por su falta total de grandilocuencia: no grita ni necesita del acto contradictorio de marcar con estridencia lo despojado de sus herramientas y sus objetivos, y logra, casi sin desearlo, que sintamos la intimidad de las acciones plebeyas que registra: escribir, leer, escuchar. Lo despojado son los materiales y lo íntimo son las acciones, no su contenido.
Si “Escribir, leer, escuchar” se llamó aquel libro de 2015 donde la artista reunió gran parte de su obra de la última década, en esta exhibición se hace presente una novedad, un leve giro respecto de aquellos verbos. El centro de las acciones ya no es solamente la escritura y la lectura de lxs otrxs. En la reunión de estas piezas completamente nuevas de Leticia Obeid hay una tendencia a subjetivar más aquellos verbos encadenados. En esta exhibición no solamente escribe textos de otrxs, también (re) escribe fragmentos de sus propios diarios de juventud; ya no escucha las voces de lxs demás sino que habla con su voz deslizando sus ideas; y le da una presencia protagonista a sus propias manos en las imágenes de escrituras ajenas capturadas en la voracidad de películas y series. En ese sentido, en ese personalismo velado, es más artesanal que muchxs, casi proletaria, y permite con sus obras un regreso a lo más fundamental de la comunicación: escribir, leer, escuchar… pero desde ahora también hablar y tocar. Esos cinco verbos son los que se despliegan en la presente exhibición, entre letras dibujadas, piezas sonoras y fotografías de manos. Es entonces cuando recuerdo el dibujo de hace unos meses, esas cinco líneas diagonales que se tocaban en el vértice, cinco hilos de tinta, como cinco verbos que entran en contacto en el espacio de la galería.
obras
Planes. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel luster.
24 x 40 cm.
Edición 1 de 5 + P.A
La cumbre escarlata. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel luster.
24 x 40 cm.
Edición 1 de 5 + P.A
Phoenix. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel luster.
24 x 40 cm.
Edición 1 de 5 + P.A
Transit. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel luster.
24 x 40 cm.
Edición 1 de 5 + P.A
Send some help. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel luster.
24 x 40 cm.
Edición 1 de 5 + P.A
Alfonsina Storni_Borrada. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 20,7 x 43980 cm
Pizarnik a Orozco. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 21 x 29,5 cm
Clarice Lispector_Sin palabras. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 6,3 x 16,3 cm
Clarice Lispector_Rua Barata Ribeiro. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta y lápiz sobre papel. 17 x 23,5 cm
Clarice Lispector_Bajo sus pies. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 35 x 24,6 cm
Aurora Venturini_Los Caserta. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Birome sobre papel. 14 x 19,5 cm
Charlotte Bronte_Jane Eyre p1. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 21 x 31 cm
Carolin Sanin_TW30mar20. Serie Manuscrito, 2020
Leticia Obeid
Tinta y lápiz sobre papel. 29,5 x 20,8 cm
Alfonsina Storni_Buenos Aires. Serie Manuscrito, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel
19,8 x 14,8 cm
Caeiro_va alta en el cielo. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta y lápiz sobre papel. 18 x 25 cm
Sanin_TW31mar20. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta y lápiz sobre papel. 29,5 x 20,8 cm
Clarice Lispector_Costurera. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 19,5 x 25 cm
Clarice Lispector_Oro del carbón. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 11 x 19 cm
Piglia_No puedo escribir. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 21,8 x 31,8 cm
XulSolar a Norah Borges. Serie Manuscritos, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel. 16 x 24,8 cm (1)
Carta de Silvina Ocampo a Norah Borges, 2020
Leticia Obeid
Tinta sobre papel | Ink on paper
22 x 32 cm
Lusco-fusco, 2022
Leticia Obeid
Video HD, color, 16:9, sin sonido
Duración: 9’
Edición 1 de 5 + P.A.
Ph. Ignacio Iasparra
obras TRASTIENDA
Glosas de Kassel en latín, 2022
Leticia Obeid
Tinta sobre papel vegetal
24 x 17 cm
Tokyo vice. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel Luster
24 x 40 cm
Edición 1 de 5 + P.A.
Sopranos. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel Luster.
24 x 40 cm.
Edición 1 de 5 + P.A
The great. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel Luster.
24 x 40 cm.
Edición 1 de 5 + P.A
The Crown. Serie Tocar el velo, 2022
Leticia Obeid
Impresión giclée sobre papel Luster.
24 x 40 cm.
Edición 1 de 5 + P.A
Caja de música III. Serie Caja de música,, 1999
Leticia Obeid
Tinta sobre papel
21 x 29,7 cm
Sin título. Serie Música, 1999
Leticia Obeid
Tinta sobre papel | Ink on paper
29,7 x 21 cm
Sin título. Serie Piedra, tijera, papel, 2018
Leticia Obeid
Óleo sobre papel
17 x 25 cm
El libro de los pasajes. Serie El canto de Jano, 2015/2016
Leticia Obeid
Impresión giclée
26 x 39 cm
Edición 1 de 5 + P.A.
Cruces. Serie El canto de Jano, 2015
Leticia Obeid
Impresión giclée
26 x 40 cm
Edición 1 de 5 + P.A.
Escondite. Serie El canto de Jano, 2015
Leticia Obeid
Impresión giclée
40 x 60 cm
Edición 1 de 5 + P.A.